Como todas las semanas, después del martes viene el miércoles. En general, el miércoles nunca había sido un día especial: pues detrás del martes, y antes del jueves. Sólo significaba que el ecuador de la semana “laboral” estaba a punto de ser rebasado, y por tanto, el finde estaba un poco más cerca. El miércoles nunca ha tenido más importancia que los otros días a menos que coincidiese con alguna fecha señalada, pero así, por el mero hecho de ser miércoles… pues no.
Sin embargo, como tantos otros conceptos que yo suponía inmutables, ahí está: la vida Erasmus en Stuttgart puede darle ese matiz que hace que cambie todo. No es que los alemanes hayan cambiado su sitio entre Dienstag y Donnerstag, no se trata sólo de que lo llamen Mittwoch. Aquí los miércoles son el día que hace que mis clases de los jueves estén condenadas a ser testigos de mi estado más lamentable. Porque sí, voy a clase, pero durmiendo una cantidad de tiempo que más bien podría medirse en minutos, y eso para mí, marmota en otra vida, es casi doloroso. Los miércoles en Stuttgart son el día que abren Max Kade y el Sansibar. Son los días del fin de fiesta en lavandería (los demás también, pero hoy es casi un ritual), de la cerveza barata. Del eterno dilema: salir o no salir, del “sólo salgo un ratito”, el posterior “cinco minutitos más” y el final “mañana no voy a clase” (que, ya digo, yo sí voy, pero en líneas generales para casi todo el mundo la noche evoluciona así).
Y yo, pues qué queréis… entre los cócteles de los 3 euros del Max Kade, y la cercanía y ambiente del Sansi… está ya una mayor para andar resistiéndose. La noche es joven…
JAJAJA Sansibar…
Aquí también lo tenemos… pero más para los martes (que es el día anterior a ese miércoles que hace que el finde esté más cerca xD). El miércoles es día de Zaza. Tendréis uno también no? 🙂
es que habría que institucionalizarlo, qué quieres… xDD